GIMP… en donde sí y en donde a veces.


“Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé;
sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué.”
Rudyard Kipling (1865-1936) Novelista británico

Ha sucedido, con bastante frecuencia, que seguidores del software libre apoyados en impresionantes ilustraciones tratan de demostrar, de buena fe sin duda alguna, que GIMP es una excelente herramienta pero que por razones desconocidas es despreciada por el gremio del diseño gráfico.
Hasta aquí el punto es interesante, pues en gran parte tienen razón: una gran parte de la comunidad de profesionistas del diseño gráfico ignoran la existencia de GIMP y los que le conocen no le atribuyen los méritos suficientes como para remplazar de manera definitiva a Adobe Photoshop.

El problema inicia cuando los radicales intervienen para afirmar con “categoría y sin duda alguna” que los diseñadores gráficos no usamos GIMP porque somos simples “fotochoperos” y que nuestra capacidad profesional no va más allá de aplicar los filtros predeterminados de Photoshop. Afirmar tal cosa sólo puede partir de una cosa: ignorar que diferencias y similitudes existen entre una y otra profesión, y antes de que yo proceda a tratar de explicarlas debo dejar muy claro que GIMP es una excelente herramienta que puede servirle a un ilustrador en su totalidad y con ciertas reservas a un diseñador gráfico. Dicho esto pasemos a tratar de explicar que hace uno y que hace el otro.

La parábola del jazzista y de la orquesta

El ilustrador gráfico es como el guitarrista de jazz cuya interpretación de tema Yesterday depende en gran medida de su capacidad técnica, pero su calidad interpretativa se refleja en su capacidad de improvisación al sentimiento. ¿Qué quiere decir esto? Que el público lo que aplaude y aprecia es el “feeling” que el guitarrista pone al interpretar el tema y eso es lo que le da valor interpretativo. Aquí se trata de reflejar un sentimiento.
Por otro lado, los músicos de una orquesta sinfónica también son capaces de interpretar Yesterday pero, a diferencia del jazzista, el virtuosismo individual está al servicio de un colectivo –la orquesta– y cada quien debe participar en momentos exactos, sin que se permitan espacios para las improvisaciones individuales. Todos y cada uno de ellos se rigen por unas pautas asignadas, una sola nota fuera de lugar aunque no desentone se considera un error. Así trabaja un diseñador gráfico.

Hablando en plata

“Muy bien Tina… ¿y eso que tiene que ver con que uno pueda usar GIMP al 100% y el otro no?” se preguntarán. Bueno, entonces pongamos otro ejemplo:
Supongamos que un cliente me encarga una etiqueta para una bebida refrescante infantil, el trabajo se imprimirá a ocho tintas en polipropileno mediante flexografía y quiere que lleve la imagen de una parejita de niños de aspecto alegre.
Hagamos a un lado todos los detalles legales que una etiqueta debe contener para centrarnos básicamente en el aspecto gráfico:

  • El ilustrador gráfico puede, sin problemas, usar GIMP para crear una o varias ilustraciones de los chicos. GIMP cuenta con las herramientas necesarias –pinceles, capas y efectos especiales– como para que haga un excelente trabajo y, en este caso, no importa que no maneje el sistema de color CMYK ya que hasta este punto lo ideal es trabajar en RGB, cosa que GIMP hace muy bien. Tal y como el jazzista, el ilustrador tratará de reflejar un sentimiento o actitud, en este caso de alegría, y la ilustración será aprobada en base a eso.
  • Una vez aprobada la ilustración esta pasa a manos del diseñador gráfico quien, antes de posicionarla en el diseño de la etiqueta, debe ASEGURARSE que la ilustración se vaya a imprimir correctamente a ocho tintas en flexografía, así que edita el archivo en GIMP para separar los colores en ocho canales –los que se usarán para la impresión– para que la ilustración impresa luzca tan bien como la digital. Aquí empieza el problema… GIMP no maneja colores indexados para tintas directas por lo que el trabajo hay que hacerlo en un software que si sea capaz de hacerlo. Tal y como la orquesta sinfónica, el diseñador gráfico no piensa en función de transmitir un sentimiento como objetivo primario sino pone sus conocimientos a resolver un problema en función del todo: que la etiqueta impresa luzca bien. Y para eso debe seguir las pautas que le marca la manera en que el trabajo se va a imprimir.

Mi conclusión

Lo que hay que ver, sin apasionamientos, es que ciertamente GIMP es una gran herramienta para quienes desarrollan trabajos cuya finalidad va a ser la reproducción digital, pero para aquellos que van a ser impresos mediante sistemas análogos no siempre funciona.
Aquí el caso es más de productividad porque, al menos yo, no veo al caso usar GIMP para hacer la mitad del trabajo y después migrarlo a Photoshop para hacer las cosas en las GIMP está limitado o no puede hacer.
Espero que está exposición no se tome como una crítica despiadada hacia GIMP, por el contrario, a mí me parece una excelente alternativa que bien se puede emplear para realizar cualquier tipo de ilustraciones y se puede emplear en la industria del diseño gráfico siempre y cuando estemos conscientes de sus limitaciones.